Una joven olvida cerrar la sesión después de navegar y su cuenta en la red social sigue abierta. ¿Corre peligro?
¡Veintidós notificaciones! ¿Doce mensajes? ¿Y eso? Hoy no es mi cumpleaños. Será que ya subieron las notas y deben estar comentando como locos en ese grupo.
Su dedo se mueve lentamente hacia arriba y un toque sobre el pequeño planeta azul inicia el sufrimiento. Todos sus amigos hacen comentarios, todos parecen sorprendidos. Ella no es así o por lo menos no acostumbra a demostrarlo.
¿Qué? Yo no puse eso. ¡Ay no que pena! Mis compañeros, mi tía, mis amigas… todo el mundo lo vio. La bandeja de mensajes está llena. “Uy se lo tenía guardado”. “Tan picarona no”. “Amiga, chisme, chisme. Cuente a ver”.
Mientras más baja más frases van apareciendo. Sus pómulos enrojecen: no es el color de la vergüenza, es la ira la que se apodera de sus sentimientos. No quiere abrir los mensajes aunque es inevitable que varias lágrimas recorran las mejillas. Sus ojos lucen empañados detrás del ovalado marco de los lentes. El bus en el que se transporta hace una primera parada.
Entre muchos emoticones de caritas sorprendidas y palabras cargadas con doble sentido, aparece el comentario sensato de Pipe: “Agg Kathe se te metieron a la cuenta”. Y Pipe tiene razón.
Alguien publicó en la red social de Katherine. Aquella persona malintencionada aprovechó el descuido de la joven para hacerle creer a medio mundo que deliraba de pasión por Felipe. ¿Cómo es posible algo así?
La suplantación de identidad es un riesgo común a lo que todos los usuarios de Internet están expuestos. Sin embargo, lo extraño en el caso de Katherine son los detalles de la publicación.
El impostor conocía a los protagonistas. Por eso no dudó en invitar a Pipe a su casa, en describir las sábanas de la cama, en explicar hace cuánto soñaba con él y que nunca lo había visto como un simple compañero. Un farsante que calculó paso a paso el mensaje sugestivo.
“Si fue alguien cercano entonces lo hizo desde la Universidad”, piensa Katherine al detenerse el bus por segunda vez.
Proteger su identidad debe ser una responsabilidad primordial de los usuarios. Sin embargo, por seguridad los sistemas de la Universidad del Valle cierran la sesión una vez el usuario supera un tiempo de inactividad. Muchas aplicaciones web tienen tiempos limitados de sesión, pero es un riesgo ceder la seguridad. Lo recomendable es cerrar la sesión desde la aplicación web de lo contrario el riesgo es enorme.
Posiblemente Katherine no sólo utiliza el navegador para revisar redes sociales, también busca información académica, envía correos, hace su matrícula de la Universidad, adiciona o cancela materias, consulta su cuenta en el banco… Imagina lo que podría suceder si alguien accede a estos datos.
Antes de cerrar el navegador se debe cerrar siempre la sesión, le tomará menos de 5 segundos, así se evita que alguien que use el mismo computador logre acceder a información personal.
El bus hace la última parada y Katherine elimina la injuriosa publicación. Antes de abandonar el colectivo se fija en que, efectivamente, han subido las notas; allí está ella, Katherine Arango, con la calificación más alta del curso. ¿Envidia? Tal vez. Cualquier cosa es pretexto para que te suplanten.